sábado, 7 de febrero de 2009

Momentos

Regalando amor

Nunca sentiste que la vida te hace jugarretas para verte sufrir, que el destino juega con aquellos que creen en el amor, que piensan que una mirada puede cambiar los colores de un corazón. Pues así es la vida, la puedo sentir y le encanta ser de esa manera. Pues todos esos malestares han usurpado un cuarto en mi corazón. Son ciertos personajes que como un chiquito malcriado, tocan la puerta y salen corriendo para no ser descubierto, y esos males aumentan porque uno les veo la espalda.
Aquella espalda a lo lejos es una forma de decir del destino. Eso pienso yo. Personalmente me encantaría culpar a esas que se van pero seria muy idiota. Tengo culpa en esa huida, solo que me duele decirlo.
Sentirse destruido es ser un poco exagerado, pero una sensación parecida sería lo correcto. Cuando uno siente que la otra persona necesita de uno es la sensación mas bella en el mundo, que aquella persona necesita de los besos de uno tanto que los pide a gritos, y luego como un viento infernal cambia sus palabras para decir “ya no te quiero” o “necesito tiempo” y otras hermosas pavadas. Uno no ve el enorme daño en el otro, como ese corazón se une con la amargura. Nunca pensé en el suicidio pero cerca estuve. Un amor no correspondido es lo que hace pensar que la vida es una m… aunque no lo sea.
Las ilusiones te golpean con cada noche que no duermes pensando en ella. En mi caso no sé si tengo o no aquello a que estimo y eso se siente como una página en blanco. Estar sentado y ver como los demás se casan, se emparejan o se enamoran es un castigo para el alma, son mil años de latigazos, es retorcerla, es insultarla con los peores insultos. Mis ojos ya han visto mucho silencio, mezcla de dolor y melancolía, inundados estos ya se han secado, pero como zona de huracanes siempre temerosos.
Si la oposición de aquella a quien amas crees que es doloroso no has paseado por aquel horroroso sentimiento de no saber nada. Cuando ella no sabe lo que quiere y vos la quieres demasiado para decirle alguna barbaridad es, creo yo, el peor de los dolores que sentí y de los que puedo dar fe de haber experimentado. Tu amor propio se hunde en la inmundicia por un solo miserable beso y la vergüenza es algo que no notas hasta que es tarde y ya hueles demasiado feo como para que alguien se fije en ti.
Duele mirarla y saber que no te quiere, que siente lastima de vos, pero que no lo quiso decir antes. Sientes que por amor no desatas tu repertorio de tantos años frustrados que te enseñaron tantos insultos, pero la quieres y te duele verla llorar.
NO piensas en ti, piensas en esa hermosa mirada, en su cabello tan libre con aroma a rosa pero no en tu corazón, en aquellos sentimientos que se están cayendo desde el quinto piso. Aunque te pegue con lo más doloroso tú la quieres. Me declaro culpable de sentir la mayoría de las veces estos sentimientos.

Gustavo Rojas